6/11/13

La humedad - Eric Mescher


Hoy estoy especialmente seco. Me doy cuenta cuando trato de sonreír, porque la piel se me estira y me duele tanto. Muchas veces estoy seco, pero hoy será el clima que me tiene así. El pelo también, se me eriza y prefiero ni tocarme el pulóver porque parezco una tormenta eléctrica. A mí las cremas no me gustan. Sí me gustan, pero se me absorben. La otra vez se me absorbió toda una lata y no sé si fue por eso pero después se me estiraban las vocales. Yo creo que fue por eso, porque si no, no me pasa, y de repente la crema entera metida dentro y las vocales. 

Ese día había viento también, y Marisol había salido. Marisol siempre sale, pero ese día salió un poco más temprano. Por eso se le armó de lo lindo cuando volvió, porque le dijeron que cómo no me cuidaba y qué sé yo cuántas pavadas. Si ella no está para mí es lo mismo. Siempre sale y yo no le cuento a nadie, porque es mejor que salga, porque así yo ando tranquilo y voy tocando las paredes que me gustan. Las paredes guardan los sonidos, igualito que un disco de los de antes. Las paredes también tienen surcos que les hicieron las voces de la casa durante los años. Las de la cocina, por ejemplo, yo les paso los dedos como si fuera ciego, porque así se siente mejor, con los ojos cerrados y despacio, suave hay que pasarles los dedos y voy tocándolas como una púa. Entonces salen los sonidos de otra vida por mi boca. Como si por fin los liberara. Pocas veces vuelvo a tocar las discusiones, prefiero las charlas de rutinas, los silbidos. A veces voy adonde se escucha nítido un piano y escucho sólo con los dedos sin decir. Hay sonidos que sólo hay que escucharlos. 

Conozco los rincones de memoria. Cada vez salgo menos al patio. Hace tanto clima ahí fuera que es mejor no salir. El baño retiene un poco la humedad, pero a Marisol no le gusta que entre solo, porque después la silla no me retrocede. Hay una claraboya, arriba del armario de las cremas. Viene algo de luz por ahí y yo estiro el cuello para verla, pero Marisol tiene razón, es mejor desde el pasillo. Aunque me tenga que aguantar, yo sé aguantar muy bien. Lo aprendí cuando era chico, porque si bajaba de la cama era peor. Entonces aprendí a aguantar. Soñando aguantaba incluso. 

Hoy estoy especialmente seco y Marisol no está, porque sino ella me hace dormir y listo, después es la noche y todo se ve peor cuando es la noche. Pero me parece que voy a ponerme una cremita. Así las manos se me anidan, se me escabullen por los surcos de las paredes, deslizan se, a veces cuesta reencontrarse con las voces de alguuunas paredes. Abajo del calefón, hay un griiito, fueeerte deeee sa, que bellezahíenlos jazmines desmalbonaaados.

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Eric Mescher es escritor, dibujante y músico. Escribió el libro “¡A la música!”, de iniciación a la música mediante la práctica instrumental, material que ya se usa en muchas escuelas de Buenos Aires y Córdoba. 
También participa de la antología “Cuentos con Todo”, de la Letra Eme. 
Lo encuentran escribiendo en La Vueltita del Río.
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