26/3/10

Los Invisibles

Nadie la veía, y no por discreta. Quizás la prole a la rastra, o la pobreza escandalosa la hacen invisible. Ella, casi dueña de esa ausencia, se mueve sin gracia, con ahínco. Busca tesoros perdidos, descartados por otros, con gracia, sin ahínco. Todos buscan y molestan la moral. Arruinan la foto, así, a pesar de no existir. No están y todos les temen, no tienen nombre y todos los nombran. Ella, jefa a veces, sometida el resto, marca el compás, se apodera del espacio que le dio la vergüenza de los peatones, que caminan tan lejos como la calle permite. Ellos, como si supieran que no tienen futuro, son lentos, ocupan largamente los minutos, se emboban con nimiedades: un juguete, un irresoluto paquete de galletitas. En el guiño sanguíneo del semáforo improvisan con una pelota de nylon y papel, son Maradona sin mundial, sin potrero. Baja la luz, todos se subliman en una postal gris. Y está bien, combinan con la miseria humana.

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