3/1/11

Digesto


Llueve dentro mío una canción en la que llueve. Arrumbada en tu costado, blanquísima. En el ángulo blanco, donde me pierdo blanca y gota de lluvia y canción. El cuerpo es la excusa para la postración del sonido. Nada solemne saldrá de mí. Nada importante, narrable o verdadero. La canción que se llueve de a poquito, el blanco mío y nuestro, el ángulo del silencio, que miro y desmigajo. Que se pudran, si. Una y todas, las letras, las diéresis. Que hagan carrera si duermo o vomito. Que forniquen los vasos en puja y sentencia. El tiempo vuelto hacia los dientes se me derrite en la lengua. Incuba la muerte indecible, el ruido indecible. La muerte y el ruido que decís, vivísimo, con los labios inescrutables. Lo que decís de opaco y fuego, que trago y hago entrañas.


* * *

2 comentarios:

  1. Se lee en posición de caída, lentamente, como una hoja desprendida que zigzagueando se dirige al suelo inevitablemente. "Si tienes voz, tienes palabras: Déjalas caer. Cayéndose suena tu vida. Aunque no lo creas" Diría el flaco Spinetta. Tu escrito va en esa linea, hacia dónde no interesa, lo importante está en esa caída, en la sensación hermosa que deja el dejarse caer... junto a las palabras.
    Pame, querida,me encanta leerte.

    ResponderEliminar
  2. "Si tienes voz, tienes palabras..." Diste magistralmente en la llaga. El Flaco sabe, no hay nada que explicar.
    Diego, querido, me encanta que pases por aquí. No me hagas esperar tanto. Gracias, como siempre.

    ResponderEliminar