17/1/11

Hambre


Caracolas negras por tripas. Esos moluscos negros, que no me atrevo a llamar gusanos, me comen y llegan a la boca; engullen pan y palabras. Me completan de seres muertos destrozados por mí, por mis dientes inescrupulosos y voraces. Por cada verso un bocado, y es una caída sin orillas ni abismo; un displacer redondo, una motricidad que me compele a la inconciencia. Soy un rostro que no me quepa en las manos para llorar con un quejido apenas. Un cuerpo que no me quepa en el cuerpo, que crece de un silencio mudo y sólido. Sordo y afiebrado. Todos los diablos del estómago me patean cuando muero un poco, boca abajo; cuando quiero salir de mi, y empequeñecerme y decir, y que mi voz suene y arda y cante.


* * *

2 comentarios:

  1. Pame: el hambre, esa sensación de afasia al no poder expresarnos, mudos ante el horror que nos abraza...cuantas noches pasadas, perdidos, dormitando con la esperanza guardada en el bolsillo roto de un pantalón... hasta gritar: ¡Basta! como diría el gran Oliverio. (¿Es necesario decir que me gustó? ¿Es redundante agregar que Ud. escribe cada día más lindo?) La abrazo y le agradezco por compartir, le comento que sigo en el exilio, pero volveré y no seré millones precisamente sino sólo una voz más. P.D: le robo unos renglones para compartir en mi muro, puedo?

    ResponderEliminar
  2. Mi querido Solís, no se me exilie tanto, por favor. Gracias por lo necesario, por lo redundante, e inclusive por el silencio.
    Si no me lo roba, me ofendo. Déjeme confesarle que su delito me halaga.
    Besos, compañero famélico.

    ResponderEliminar