27/2/11

Libertad


La nada es el umbral del que nadie pidió partir,
y me dijiste que nunca fue de día.
Hablemos de los laberintos y,
por oposición, de los lugares que no tienen puertas y ventanas;
mientras tanto,
el gato que huía por los techos se detuvo en mis ojos,
que te miran mirar la nada.
El problema de la libertad es acostumbrarse a un alma incómoda,
que jamás querrá uvas ni pan,
aunque vague famélica.
No pedimos el vértigo, la convulsión, la gula, salvo las alas.
Y yo puedo elegir; la felicidad no siempre,
el goce siempre, siempre el espacio,
el día sólo como una noche aguada, promesa de espesura.
Te confieso, no busco la belleza.
Quiero eso que no tiene bordes ni formas que otros hayan nombrado;
eso, lo indecible.
Por anónimo, por imbebible, por terror lúdico,
por abismo que llega al paladar.
Y ahora te digo de la sed.
Es un insecto rosa que me toca apenas la lengua,
que tiene el tupé de apoyar sólo las patas y volar pronto,
abandonándome en una flamígera voluntad de tragar.
De tragar insecto y repulsión,
patas impúdicas, deseo urgente, deglución perversa,
fiebre,
instantáneo perecimiento que me permite tocarte;
terrón de arena, verbo, asfixia y humanidad.

* * *

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