Todo debería ser ficcional.
Las cortinas de una navidad anciana,
los vasos de pobrísima circunferencia.
Hay un amarillo inexistente de paredes,
y la mugre que florece sin
cursilerías, con verdadero orgullo
de mugre de siglos de mundos de
música de manos que tocan.
Todo debería,
por lo menos,
ser falso, o montado, o proyectado
con un ruido viejo.
El mozo gris,
la relatividad del espacio y su
pequeñez,
las bebidas y sus fondos, parecidos
a las bocas.
Todo.
Y sin embargo hay un brillo de nuez
que mira un brillo de nuez que respira.
Amparo observa y la trompeta
secretea,
las dos, en un cortejo.
Las dos son de nuez y brillan y
ofrecen un ápice de verdad,
dan cuenta de.
Insisto,
todo debería ser un óleo fresco,
viscoso,
pero ellas se adueñan del Café Brown.
Hay una breve eternidad,
y Adrogué y el jazz
y la noche soberana, rebelde,
licorosa, les pertenecen.
Suena Tenor Madness.
* * *
Un trozo de película en un poema.
ResponderEliminarY todo es tan tan real! Gracias, Claudio!
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