18/6/10

Con dos T


En una ciudadela, al sur del sur, las viejas sabias contaban que la magia se evidenciaba en el tamaño de los pies. Cosa rarísima era encontrar una niña con el pie derecho dos centímetros más grande que el izquierdo, y ese día de Agosto, con su nacimiento, todos festejaron con bombo legüero.

Agosto en Argentina tiene ese dejar la fresca y abrazar las primeros acordes tibios del año. Bien podría haberse llamado María, pero su madre, que tenía un nombre que invitaba a la luz, la llamó Carolina. Y al nombrarla conjuró el pueblo. Y dicen los memoriosos que un viento vejó todo refugio y bajo los trastos caídos con el vendaval todos encontraron flores maduras y mariposas prestas a volar. Así el orden que siguió al caos devino en una orgía de alas y aromas.

Largo rato nos llevó a los mortales saber cuál era su magia, porque era esquiva al ojo medio. Tenía una sutileza pícara, de limón. Podía por ejemplo, ensortijar tanto sus cabellos que uno se posara al abismo de esas cosas que no tienen explicación. También podía hacer confituras benditas con solo usar leche y harina, coser botones con largas filas de alpiste y pintar lienzos con un puñado de granos de arroz.

Carolina hace magia con sus senos pequeños, con sus pelos negros y con su voz. Se sienta a la mesa y la llena, y no hay prenda que no sea única sobre sus carnes. Igual fortuna toca a los versos que lee en susurros y a su cocina que hierve de especias, frutas y licores.

Cuando llora se destiñe y cuando ríe canta. Niños, ancianos y monjitas se han rendido a su media sonrisa. Todos robamos por ella, y nunca pedimos perdón. Y escondemos bajo la almohada dos chapitas viejas, jirones de tela y granitos de sal para envolver todo en celofán, ponerlo en sus manos y verlo todo convertido en gorrión con solo un por favor salido de sus labios.

Carolina hace una magia menuda, labra hechizos de poca monta. Pone un suspiro donde el pecho aprieta, azúcar en el té, o calor en el vientre. Se ríe en los funerales, llora un alma encarcelada, vela por dos pendencieros, amasa pan y es un poco madre de todos los críos sin madre. ¿Cómo decirlo? Carolina nos hace libres, y nosotros le bailamos en ronda.
* * *

14 comentarios:

  1. Ay qué fotaleza dan tus palabras, tus bellas, cariñosas, necesarias palabras de amiga.

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  2. Hermoso...Carolina es vida, es Primavera. Bellísimo relato Pame...Que la vida nueva nos conjure a todos.

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  3. Tierno e inocente. Dos cualidades difíciles de alcanzar. O de poseer. Pero vos lo lograste!
    Esta "güenazo" el relato.

    Un gusto tomarse el tiempo y leerte tranquilo. Mas que nada un sabado lluvioso como el de hoy.

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  4. PAME !!! DESCUBRISTE EL GRAN SECRETO. JAMÀS IMAGINÈ QUE ALGUIEN LO HARÌA.Y... NO PODRIAS HABERLO EXPRESADO MEJOR... ALBA.

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  5. Seba, atínadísima tu lectura. Caro es primavera, minifaldas, un sinfín de rulos. Gracias, compañero de neurosis!

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  6. Ignacio!!! Que bueno acompañar una lluvia de sábado! "Güenazo" es que me lea, querido! Besos ahuyentadores de lluvias! Gracias!

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  7. Albita me pusiste la piel de pollooooo!! Gracias por pasar por este, mi rinconcito. Gracias, gracias por hacerme una amiga tan linda, tan libre. Besos enormes, y espero que sigas pasando por aquí. Mis letritas te esperan.

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  8. Un placer haber encontrado este espacio....
    seguire leyendo su obra...
    un saludo

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  9. Gracias, Kafrune!! No solo sos bienvenido, estás invitado!
    Saludos!

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  10. fue una lectura nueva y buena, me da ganas d conocer a Carolina ...

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  11. Gracias Karla!
    Mirá, si te dieron ganas de conocer a Carolina, el relato ha cumplido su fin con creces. Gracias otra vez, que lindo tenerte por acá.
    Un beso!

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  12. Creo que no existe mejor descripción sobre Carolina que la que acabo de leer.
    Me encanto.
    Muy bueno Pame, te felicito.

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  13. Gracias, mi queridísimo amigo.
    Entonces hice justicia!
    Un enorme beso!

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  14. Gracias Da. Gracias Pame. Los quiero. Ya me estoy destiñendo otra vez...

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